Tras varios intentos frustrados por las previsiones meteorológicas adversas, el domingo, por fin, iniciamos la marcha desde el Bar Los Chopos de Quijorna, con un día neblinoso, húmedo y más bien frío: perfecto para caminar.
La ruta discurre por un camino cómodo, entre cotos de caza menor de los que me gustan de los de monte bajo de retamas, jaras, carrascas, tomillo, cardos y espliego, que alternan con zonas de cultivo de cereal y encinas centenarias sobre ellos- con varios cazadores y sus perros en plena faena, y con avistamiento de alguna liebre y de algún conejo que huyen de la “quema”. Rememoramos la batalla de Brunete de la Guerra Civil, situando su desarrollo desde donde nos encontramos.
El guía (o sea, yo), se equivoca y, en lugar de seguir por el Camino de Valdemorillo, nos desviamos por el Camino de la Palanquilla, que discurre paralelo al Arroyo del mismo nombre (seco, por lo que pudimos ver), aunque la vegetación cambia, claro, a una más de ribera.
Hacemos un alto para comer. Gracias al hornillo de alcohol de José Carlos, podemos calentar adecuadamente el caldo que llevábamos para entrar en calor, preparar las sopas que traían Guadalupe, José Carlos e Inés y hasta tomar té y café. ¡¡¡Estupendo!!!
Las niñas se organizan una “casita” para comer entre una retama y se preparan una sopa de hojas de encina, espliego, retama y otras hierbas que encuentran en los alrededores. Podéis imaginar que exquisita…
Después de reponer fuerzas, retomamos la marcha ya orientados hacia el camino correcto, que alcanzamos tras subir una tremenda cuesta. Ya en el Camino de Valdemorillo y de vuelta hacia Quijorna, sale el sol (“mañanitas de niebla, tardes de paseo”, que nos recordó al inicio de la ruta Guadalupe), y observamos varias construcciones militares de la Guerra Civil, muy especialmente dos búnkeres estratégicamente situados en la ladera de un montecito dominando por completo el Camino de Valdemorillo desde Quijorna y el Camino de la Palanquilla hasta Villanueva de la Cañada.
Nos desviamos unos metros para observar el Horno de Cal mejor conservado de la zona, para especular con su funcionamiento y conservación y hacernos unas fotos, y retomamos finalmente el Camino de Valdemorillo hasta Quijorna, otra vez al Bar “Los Chopos” para merendar, que nos lo hemos ganado. Muy especialmente las niñas, Inés y Macarena, que aguantaron los 12 kilómetros de marcha como campeonas.
Estupenda salida; bonito campo; muy, muy agradable y con inmejorable compañía.
CARLOS SANCHEZ ARTEAGA.
