EL HAYEDO DE ABANTOS
El pasado domingo 21 de octubre, cinco familias del colegio, con un buen grupete de hijos
desde segundo de primaria hasta tercero de la ESO, hemos podido disfrutar del otoño en
nuestra Sierra de Guadarrama, aunque para ser sinceros, y por los calores de hasta hace
pocos días, el otoño viene con bastante retraso.
Aprovechando un día nublado pero sin lluvia,
hemos podido acercarnos a conocer uno de
los pocos reductos con hayas que hay en
nuestra comunidad, en la vaguada del arroyo
Romeral, en una de las vertientes del monte
Abantos, por encima de San Lorenzo de El
Escorial. A diferencia de otros más famosos
como el de Montejo, éste queda escondido y
por tanto poco visitado. Ciertamente no dejan
de ser sólo unas pocas decenas de hayas,
pero entre el pinar resaltan con sus colores
brillantes y la belleza de estos árboles
mágicos, tan de cuento.
Aparcamos los coches cerca de la Fuente de
la Teja y comenzamos nuestra subida por una
pista siguiendo las indicaciones de la senda
de los Tesoros de Abantos, que pronto nos
lleva hacia la derecha y hacia arriba, por un
camino más estrecho. Luego en un cruce de
caminos indicado con varias flechas,
cogemos el de la derecha, dejando la de los
Tesoros a la izquierda, y en poco cruzamos ya
la pista asfaltada que sube hasta el Arboreto y
luego al puerto de Malagón. Hasta aquí la subida es dura porque es bastante directa. Además de vez en cuando nos toca apartarnos para dejar pasar a ciclistas y corredores de montaña, que a su modo también están disfrutando de este día sin lluvia. Una vez cruzada la pista, el camino sigue subiendo pero en grandes zetas con poco desnivel y además empezamos a ver las primeras hayas, nuestro objetivo del día (es una pena que no les haya llegado todavía el color otoñal que las hace tan singulares). Además de hayas grandes se ven esperanzadas algunas hayas jóvenes, que muestran un bosque vivo que se regenera, lo que siempre es una buena noticia. Predomina el pino silvestre tan típico de la sierra, pero también se encuentran robles, algún acebo, fresnos (más en las praderas) y hasta unos alerces que podemos contemplar desde el mirador del mismo nombre, donde junto a unas bonitas rocas cubiertas con musgo, hacemos la primera parada para un tente en pié y descanso de los más pequeños. Antes y también más arriba, vamos a pasar cerca de algunas fuentes. En todas se indica que el agua no está tratada, como prevención, y como no es necesario no tomamos agua de ellas, pero no dudo de que debe estar buenísima y fresca, como es el agua de estos montes.
La zona de hayas finaliza cuando más arriba
cambiamos de vertiente y salimos a las
últimas curvas de la pista asfaltada que deja
ya el puerto de Malagón al alcance de la
mano. Así pues, nos acercamos para tener
vistas hacia los montes de Peguerinos, y los
lejanos molinos de viento de estas parameras
duras de Ávila. Sopla buen viento aquí
arriba, así que pronto bajamos de vuelta por
un sendero entre el pinar a la derecha de la
pista, y más abajo hacemos la parada de
comida en una pradera junto al Arboreto,
aprovechando las rocas que ahí para montar
nuestro picnic (hay también una fuente y
muchos fresnos que apenas amarillean).
Desde aquí ya queda poca bajada por la senda
de los Tesoros con la que hemos reconectado,
y luego por la pista horizontal que nos devuelve
al coche enseguida.
Han salido 7,3 km y 400 metros de desnivel positivo, en 4 h y 50 min (paradas incluidas)
según el GPS.
Y finalmente un chocolate con picatostes y
bollos (no había churros) en el café Miranda
Suizo, junto al monasterio, ha sido la guinda
perfecta para un día tan agradable de
excursión.
Miguel Martínez